NUESTRO PARTICULAR CUENTO DEL CONEJO DE PASCUA
En un bonito colegio, cerca del mar y la montaña llamado HORMIGUITAS, vivía un conejo llamado Cuchufleta. Era un conejito muy, muy feliz porque le encantaba ver jugar a los niños y niñas, y en este colegio llamado Hormiguitas, todos los días había un montón de niños y niñas jugando, saltando, corriendo y cantando por todos los lados.
Cuchufleta se escondía en la gran pinada que había en el colegio y desde ahí observaba a los niños y niñas. Pero un día Cuchufleta pensó:
-Si todos los niños y niñas están siempre riendo y se lo pasan tan, tan bien jugando en el parque. con las motos, corriendo y cantando por todos los rincones…. pues yo también quiero pasármelo así de bien.
Entonces, cuando todos los niños y niñas se fueron a comer, Cuchufleta salió de su madriguera y empezó a correr y a jugar en Hormiguitas hasta que ya no pudo más, y se volvió a su madriguera a descansar, pero dejó todo sin recoger.
Cuando los niños y niñas volvieron al parque a jugar se encontraron todo desordenado, y entonces, la profe extrañada al ver todos los juguetes tirados y las motos en el parque, mandó sentar a todos los niños y niñas en un círculo y pensar quien habría podido ser, pero nadie lo sabía.
Al día siguiente volvió a pasar lo mismo. Cuchufleta se había divertido tanto que, otra vez, cuando todos se fueron a comer, salió a jugar y desordenar todo hasta cansarse. y de nuevo los niños y niñas de Hormiguitas se encontraron todo revuelto. Entonces, la profe tuvo una idea, al día siguiente, después de haber ordenado todo, se esconderían para poder pillar in fraganti al responsable del desorden, y así lo hicieron.
Cual fue su sorpresa cuando, escondidos, vieron al conejo Cuchufleta!! Al verlo, salieron todos de su escondite y le dijeron:
– Te hemos pillado
La profe y los niños y niñas se sentaron con Cuchufleta y le explicaron que no se podían desordenar las cosas. Que estarían muy contentos de que viniera a jugar con ellos todos los días pero, después tendría que recoger todo, todo.
Así que el conejo se puso muy, muy contento porque todos querían ser amigos suyo pero, estaba también un poco triste porque había estado desordenando. Entonces tuvo una idea, escondió huevitos de chocolate por todo el Colegio para que los niños y niñas los encontrasen, haciendo un caminito con ellos hasta llegar a la gran Pinada, donde había un cartel enorme que decía: » Lo siento mucho amigos, no lo voy a volver a hacer. Gracias a todos». Y debajo del mensaje encontraron otro montón de huevos de chocolate.
Desde entonces todos los días Cuchufleta y los niños y niñas de Hormiguitas jugaron siempre juntos y lo recogían todo, todo, todo.
Lucia Sánchez Rivas